"La humanidad tiene medios para acabar con la pobreza"
"Feliz y juzgado o bien absuelto y miserable"
“No conocemos ninguna religión que no discrimine ... En ninguna de ellas a la mujer se le ha reconocido su libertad individual”
“Cuando se quiere la democracia, se quiere el feminismo”
"La nación tiene necesidad no sólo de lo que tenemos, sino también de lo que somos"
"Es mejor saber después de haber pensado y discutido que aceptar los saberes que nadie discute para no tener que pensar"
"Los hombres, aunque han de morir, no nacieron para morir, sino para innovar"
"Es dudoso que se pueda remediar esta lepra que nos mata sin antes suprimir los partidos políticos"
[…] Probablemente, no existe una mujer viva que no sepa lo que es sentirse incesante y perturbadoramente interrumpida, ninguneada e ignorada.
Tanto en casa como en la escuela, los adultos animan a los chicos a compartir sus opiniones con mayor libertad y a exponer verbalmente ideas complejas. Por ejemplo, los profesores formulan preguntas más abiertas a los chicos y los miran directamente mientras lo hacen. Cuando hablan alto en clase, cosa que hacen con una frecuencia ocho veces superior a la de las chicas, no se les reprende con tanta frecuencia ni se les pide tanto que levanten la mano antes de hablar. En uno de los análisis más detallados sobre la dinámica de clases llevado a cabo hasta la fecha, la profesora Allyson Jule, de la Universidad Trinity Western, en la Columbia Británica, descubrió que los chicos hablan entre nueve y diez veces más. Su trabajo, que examina la construcción de género en el discurso de la primera infancia, confirma descubrimientos más tempranos según los cuales, en las aulas occidentales, los adultos permiten que los chicos consuman un espacio verbal cinco veces superior mediante, afirma, “señales imperceptibles de prevalencia sobre las chicas”. Las observaciones de niños en los parques infantiles también demuestra que a pesar de un más temprano dominio del lenguaje por parte de las chicas, a los seis años, los chicos dominan la conversación con el estímulo adulto.
[…] Aprendemos a esperar que las mujeres hablen menos, por lo que cuando hablamos, siempre parece que hablamos demasiado. Se supone que las mujeres han de ser más calladas y, si se expresan, han de mostrarse compungidas. Cerrar la boca es una virtud femenina. De vez en cuando alguna absurda manifestación de estas creencias emerge a la superficie cultural de forma interesantes, como los envoltorios de hamburguesas para mujeres, producidos por un restaurante japonés de comida rápida, con grandes sonrisas impresas, para que no se vea a las mujeres abrir la boca en público, algo considerado tabú. La venta de hamburguesas en Japón creció un 213% tras la aparición de las mascarillas bucales, conocidas como envoltorios liberadores. En 2014, el entonces viceprimer ministro de Turquía, condenó que las mujeres sonrieran en público (en otras palabras, que abrieran la boca) como signo de “la decadencia moral de la sociedad moderna”. La boca abierta de las mujeres y su tono de voz más agudo siempre se han representado como indicadores de locura, peligro, caos y decadencia.
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